La Pedagogía contra Frankenstein y otros textos frente al desaliento educativo de Miguel Ángel Santos Guerra aporta una hermosa lección de la que todos tenemos que aprender.
Como ejemplo, me gustaría compartir con vosotros este fragmento. Espero que os guste:
Una hija se quejaba ante su padre por los problemas que tenía en la vida y por todo aquello que le resultaba difícil. No sabía qué hacer para salir adelante, y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar, todo le salía mal y parecía que la solución de un problema era el origen de otro nuevo más importante.
Su padre, que era jefe de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas de agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto, el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una de las ollas colocó zanahorias, en otra echó media docena de huevos y en la tercera colocó unos puñados de granos de café. Sin decir palabra, las dejó hervir.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos, el padre apagó los tres fuegos, sacó las zanahorias y las colocó en una fuente. Así mismo, también sacó los huevos y los depositó en un plato. Y, finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija dijo: «Querida, ¿qué ves?» Primero la hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Luego le pidió que tomara uno de los huevos, y que lo rompiera, y, en último lugar, que probara el cafe.
La hija preguntó: «¿Qué significa esto, padre?» Este le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma situación, pero habían reaccionado de forma diferente. La zanahoria llego al agua fuerte y dura, el huevo había llegado frágil y los granos de cafe, sin embargo, eran únicos; porque, después de estar en agua hirviendo, habian conseguido transformar el agua.
«¿Cual eres tú?» – le pregunto el padre a su hija-.
Ante lo negativo, los fracasos y las adversidades debemos reaccionar positivamente, y no de manera destructiva. Tenemos que encajar las derrotas y los fracasos siendo inteligentemente positivos con nosotros mismos.
Ahora te pregunto yo: Cuando la adversidad llama a tu puerta… ¿cómo reaccionas?
Un saludo y hasta pronto.