Somos esponjas de energía vital. Las emociones dejan huella. Nos nutrimos de todo aquello que aporta felicidad.
Hay alimentos buenos y malos. Está clara la conexión entre comer y sentir. Deberíamos implantar políticas de alimentación saludables y nutritivas.
La forma de alimentarnos está relacionada directamente con nuestro estado emocional.
Existe equilibrio. La canela es afrodisíaca. Por contra, la valeriana calma la ansiedad.
Todo un cúmulo de sensaciones.