En la década de los 90 comenzó a existir la figura del Educador Social, tras la creación en España de su diplomatura en el año 1992.
Antes de esta fecha no existía la denominación de Educador Social, que fue herencia de Francia, y en su defecto se utilizaba la de Educador Especializado.
En nuestro país destaca la figura del valenciano Faustino Guerau de Arellano, agitador social, visionario de la Educación Social y promotor de seminarios de discusión, teorización y profundización sobre esta profesión en los años 80.
Guerau de Arellano señalaba ideas y conceptos innovadores como «la educación como acompañamiento» (el que acompaña no guía, no conduce, no dirige: va al lado); así como también defendía la continua reflexión de la praxis profesional.
Pese a fallecer en el año 1986, la Educación Social en España no sería lo mismo sin Faustino Guerau de Arellano, y su legado es tangible a través de obras como La vida pedagógica, Pioneros. Una experiencia educativa y El educador de calle.